La literatura en euskera llega por fin hasta La Plaza Invisible, y lo hace de la mano de Leire Bilbao, conocidísima en el ámbito de la literatura infantil y juvenil (es, sí, la de los Bichopoemas…), pero autora también de una importante obra poética.
Tras la publicación de Ezkatak (2006) y Scanner (2011), parcialmente reproducidos en castellano en Entre escamas (2018), llegó este Etxeko urak (Susa, 2020), que tras ganar el premio Lauaxeta de 2021 ha sido traducido por Ángel Erro para La Bella Varsovia.

Juan Marqués / @jmarquesmartin
En La Plaza Invisible no tenemos nada contra las tendencias editoriales, pero sí nos molesta un poco que se niegue que existen, o que se ataque o se malinterprete a los críticos que las reconocemos (y que a veces tenemos que denunciar como oportunistas libros escritos exclusivamente por el interés en ese sentido, dóciles ante su propia conveniencia).
Entendemos natural que sucesivamente se pongan de moda, por diferentes razones, determinados temas, los cuales predominan de un modo visible en las librerías: sucedió con la Guerra Civil, con la literatura del yo, con la nature writing, con el feminismo, con la cultura de la Antigüedad… y ahora sucede también, de un modo muy claro, con «las maternidades».
No quiero decir que temas tan constantes en la literatura y tan importantes fuera de ella sean modas pasajeras o circunstanciales: quiero simplemente constatar que, muchas veces por fortuna, de una forma justa y reparadora, son temas que importan especialmente durante una temporada, y que las editoriales, con toda legitimidad, lo tienen muy en cuenta (y también, estratégicamente, algunos autores, a los cuales, por tanto, hay que vigilar especialmente, no vaya a ser que escriban menos con el corazón que con la calculadora).
Y por lo mismo apreciamos a los escritores que se desentienden de esos trending topics, y también a quienes se adelantan, anunciando de algún modo, muy pronto, que hay una nueva sensibilidad al respecto de alguna cuestión, y que se avecina una revisión editorial al respecto, un repensamiento colectivo. Así sucedió en buena medida con Etxeko urak, el libro de poemas que Leire Bilbao (Ondarroa, 1978) publicó en 2020, y que ahora, traducido como Aguas madres por el también poeta Ángel Erro, aparece en castellano.
se trata de un libro duro y hermoso, complejo y sutil, sabio e impulsivo
Se trata de un libro duro y hermoso, complejo y sutil, sabio e impulsivo, en el que la sensación general es la de ese sintagma que he colocado como título (y que, como siempre en estas reseñas de nuestra Plaza, procede del propio libro, y en concreto del poema buenísimo que reproducimos completo abajo). Hay una felicidad más trascendental que saltarina ante la llegada de los hijos, pero asoma también la ambigüedad, el fantasma de la renuncia a una misma, el miedo ante los muchos sacrificios por venir, el final de la calma… El saber, contenta y a la vez preocupada, que todas las aventuras personales van a ser ahora familiares.
Hemos leído muchos libros sobre maternidad en los que se pone el foco en los hijos, en los que los protagonistas naturales son el amor, la emoción, el cariño, la ternura, la felicidad, la ilusión… En Aguas madres el punto de vista cambia mucho, y aunque el yo es de nuevo el de la madre, también es ella el tú, no sólo la voz que habla sino casi la persona a la que se dirige, y también el propio tema del que se habla: «¿Cómo ser disidente / cuando la continuidad de la especie / y el mantenimiento del orden social / son tu responsabilidad diaria? // Aprenderás a decir que no // a ti misma».
Se tiene en cuenta a las ascendientes («jamás llegué / a ser hija del todo / hasta que fui madre») y, por supuesto, a los que vienen (y que son deseados), pero la tesis principal del libro es que «Para nacer / es preciso que se rompa / todo un mundo», que es, claro, el de la propia mujer, que de repente ya no se reconoce («Mi cuerpo me ha hecho otra»), ya no se encuentra, ya no puede ni concebir la independencia personal: «La naturaleza ha decidido por mí; // nadie dirá tu nombre / mejor que mi cuerpo».
‘Aguas madres’ es el testimonio de un animal que sabe querer y cuidar a sus cachorros, y, a la vez, el de una mujer que mira con nostalgia el mar y las montañas
Por un lado, «Las madres somos lugares / de paso», y por otro «Somos pasto de nuestros hijos». Hay una atávica sensación de agotamiento, de vaciamiento, de consunción, y es ése un sentimiento, claro, un tanto angustiado, aunque se expresa de una forma serena: «Esta sed nueva / me despierta ahora cada noche. / Un vaso de mar / al lado de mi cama».
Lo animal y lo doméstico se superponen en Aguas madres, que tiene una parte muy selvática, muy instintiva, muy irracional («Dar de comer a las crías con la boca. // Masticar la idea / de devorarlas»), y otra muy hogareña, aunque lo cierto es que la parte boscosa puede ser cálida y confortable y la humana amenazante, extraña, afilada (ver, por ejemplo, el poema de la página 77).
Hay poemas-diálogo abriendo cada una de las cuatro secciones del libro (y el primero de Marea implica una conversación a varias bandas con Jane Lazarre, Anne Sexton, Tillie Olsen, Simone de Beauvoir, Adrienne Rich, Doris Lessing o Sylvia Plath, con las que se acaba brindando «¡por nosotras!»), hay una canción-caligrama con forma de sexo femenino, hay listas de la compra poco habituales y hay destellos de metaliteratura: «Cortar el cordón /cuando deje de latir. // Romper el papel / si no late».
Y hay ante todo, claro, una reivindicación de esa mujer que no se esconde del todo tras la madre, y que anda allí agazapada, atenta, dispuesta a saltar. En un imaginario como el vasco, tan unido a lo telúrico, lo natural, lo silvestre, lo vegetal, Aguas madres es el testimonio de un animal que sabe querer y cuidar a sus cachorros, y, a la vez, el de una mujer que mira con nostalgia el mar y las montañas.
Hoy me ha llamado
la madre que no quiere ser.
Quería saber cómo me encontraba.
Le he dicho que soy un supermercado
abierto las veinticuatro horas,
con gasolinera y farmacia incluidas,
una puerta que se abre automáticamente
para todos los niños que se acercan.
«¿Desde cuándo te gustan los hijos de los demás?»
Le he dicho que me habita
una felicidad inquietante.
Que no quiero ir a ningún sitio,
sino a alguien.
Que no quiero andar por ningún sitio,
sino por alguien.
Que vuelvan a estrenarme.
«No pidas demasiado.
Todos somos aquello que esperábamos ser
más tarde».
*Ficha técnica: Leire Bilbao, Aguas madres, Barcelona, La Bella Varsovia, 2023. Traducción de Ángel Erro.