Alicia de la Fuente (Ed. Espinas): «Faltan genealogías, parece que las mujeres siempre estemos empezando de nuevo»

Alicia de la Fuente

Memorias de la rosa no es un libro cualquiera: son las memorias de Consuelo Suncín. ¿Y quién es Suncín, se preguntarán? Exacto. El desconocimiento de esta escritora salvadoreña, o de Mercedes Cabello, Eva Canel, Matilde Cherner, Marie Bashkirsteff o Ana Dostoievskaia entre tantas otras autoras sepultadas en el olvido por el hecho de ser mujer es lo que impulsó a la filóloga y editora Alicia de la Fuente (Madrid, 1990) a fundar Editorial Espinas en Madrid hace poco más de un año, en noviembre de 2021.

Entrevistamos a De la Fuente justo cuando presenta el volumen Memorias de la rosa que, con traducción de Lola Rodríguez y prólogo de Pamela Palenciano (monologuista de No solo duelen los golpes), es el sexto título del sello. Una biografía. La de Consuelo Suncín, conocida en vida como Consuelo de Saint-Exupéry. Sí, lo han adivinado: era la esposa de Antoine de Saint-Exúpery y «la rosa» de El Principito.

Alicia de la Fuente
Alicia de la Fuente / Foto: N.R.

Núria Ribas / @nuriaribasp

P: No parece que salga muy bien parado Saint-Exúpery en estas memorias de su esposa…

R: [risas] Bueno, es que Consuelo Suncín era una mujer inquieta, apasionada, con anhelos, que tuvo que, como ella misma escribe, «esperar, esperar, esperar, esperar siempre…» a que el hombre, el piloto, el escritor, volviera de sus aventuras. Aunque ella no pretende hundir en la miseria la figura de su famoso marido, solo cuenta qué pasó, pero sí me un muy buen ejemplo de cómo el amor romántico nos ha machacado a las mujeres. De hecho, Suncín escribió este libro dos años después de la desaparición, en 1944, de Saint-Exupéry. Y nunca se atrevió a publicar sus memorias en vida. Consuelo muere en 1979 sin haber encontrado aun los restos de su marido. Es entonces, cuando el secretario y albacea de Consuelo decide publicarlas en Francia donde, por cierto, se lio parda porque ponía en entredicho la figura de todo un héroe nacional.

P: Este es vuestro sexto sello en tan solo año y medio de existencia. ¿Cuál es el objetivo de Editorial Espinas?

R: El proyecto busca rescatar obras escritas por mujeres que, hoy, son totalmente desconocidas. Y voces de todo el mundo. Porque lo que quiero es visibilizar que la cultura patriarcal, la violencia cultural que se ha ejercido contra las mujeres, se ha dado de manera sistemática en todas partes. Por ejemplo, hemos rescatado a dos autoras españolas, Eva Canel (Oremus) y Matilde Cherner (María Magdalena), porque hay gente que todavía piensa que este ostracismo por ser mujer son cosas de otras latitudes y que aquí, lo que pasaba, es que no había mujeres que escribieran. Lo más triste es que, muchas de ellas, son mujeres que en su día, triunfaron. Como Eva Canel, que triunfó, vivió de escribir, hizo las Américas, fue la primera persona que le dio un trabajo en su periódico nada menos que a Concha Espina! Por favor, que Concha Espina estuvo nominada tres veces al Nóbel! Canel y Cherner son escritoras muy transgresoras, que tocan temas como la prostitución por primera vez.

P: ¿Por primera vez? El acercamiento a la prostitución por primera vez se le atribuye a Galdós…

«matilde cherner aborda la prostitución como esclavitud de la mujer en ‘María magdalena’ un año antes que galdós»

R: Por supuesto. Esa es la demostración del silenciamiento sistemático de las mujeres creadoras. De Galdós siempre se dice que es un escritor que trató mucho la cuestión femenina y es cierto, pero también hubo muchas mujeres que lo hicieron y desde una primera persona. María Magdalena, de Matilde Cherner, es un libro que critica la prostitución desde el punto de vista de la mercantilización del cuerpo de la mujer. Y habla de mujeres españolas jóvenes contemporáneas suyas. Siempre se ha dicho que el primer libro que se ha escrito en España contra la prostitución es La desheredada (Galdós, 1881) y no es cierto, es este. Cherner lo publica en 1880, poco antes de morir. Cherner se arriesgaba mucho escribiendo este libro, de hecho lo publicó bajo un pseudónimo masculino, Rafael Luna. Y, efectivamente, en el momento de su publicación y debido a su contenido político, considerado escabroso por salir de la pluma de una mujer, el libro se enterró en el silencio.

P: Firmar como un hombre es una de los subterfugios más habitual entre las mujeres escritoras anteriores a los años 30 del siglo pasado…

R: Sí, totalmente. De hecho, cada una de las autoras que hasta ahora hemos rescatado tienen detrás historias que se pueden englobar en tres ‘cárceles’: o firman con nombre de hombre, o se ven totalmente oscurecidas por su marido, o sufren el ostracismo por tratar temas considerados ‘indecentes’ para una mujer. Claro, esto crea otro de los grandes escollos: la falta de genealogías femeninas. Parece que siempre estemos empezando de nuevo. Y es increíble que estemos hablando en estos términos en 2023. Cuando era pequeña, yo quería ser escritora pero como siempre leía a hombres, pensé que no podía serlo. Y el síndrome de la impostora…por favor… Yo veo a las mujeres mucho más inseguras, porque nos faltan los referentes: si sabes que no eres la primera, te sientes más legitimada. Esta invisibilización es una herramienta del patriarcado para frenarnos.

Alicia de la Fuente
La fundadora y editora de Espinas, en un momento de la entrevista. / Foto: N.R.

P: ¿Cómo te acercas a estas autoras, cómo descubres los textos?

R: Pues mira, es un trabajo de paciente rastreo a veces a través del Archivo Histórico Nacional, otras de la Biblioteca Nacional, sobre todo por la Biblioteca Virtual Cervantes. Tienes que leer mucho artículo y fijarte en todos los detalles porque, oh sorpresa, donde aparecen la mayoría de mujeres creadoras son en las notas al pie de página, en las referencias. Ahí tiras del hilo y descubres a mujeres silenciadas, sobre todo autoras españolas.

P: Somos una nota al pie…muy gráfico.

R: Totalmente. Es increíble. Ya me di cuenta con el blog que tenía antes de fundar la editorial, un blog sobre mujeres escritoras en la Historia. Pensaba: «¿Por qué no hemos leído a mujeres?». Yo estaba con esto muy cabreada, por decirlo mal y pronto. Después de reseñar a algunas de ellas en el blog pensé que porqué no rescatarlas. Tenía unos ahorros y me puse en plan autodidáctica: a corregir, a maquetar y a editar.

«la mayoría de escritoras silenciadas las descubro rastreando referencias en los pies de página de obras escritas por ellos»

P: Empezaste fuerte, nada menos que con Ana Dostoiesvska…

R: Sí, con Dostoievski, mi marido. Surgió porque me encanta este escritor, me lo había leído todo sobre él, y un día también leí su biografía. Y me encontré con Ana, su mujer. Resulta que allí ponía que era memorialista. ¡Eso significaba que existían unas memorias de Ana! Entonces empecé a buscar y a buscar. Fui a dar con la página de coleccionistas Todo Colección, encontré el libro y lo compré. Resulta que se había editado en toda Latinoamérica, se había editado en Italia, en Alemania, en Inglaterra, en Francia…en todas partes menos aquí. Y sin derechos de autor. Y empecé a bosquejar la idea de editarlo en España. Fue un trabajo artesanal total, pero valió la pena y dio el pistoletazo de salida a la Editorial Espinas.

P: ¿Se edita mucho en España? 

R: Sí, demasiado. Más de 80.000 títulos al año sin contar con las reimpresiones.

P: Pero, ¿esto es una locura no? ¿Cuál es tu punto de vista como editora?

R: Bueno, es que las editoriales grandes están esclavizadas porque tienen que sacar mucho título, porque si no no llegan al presupuesto, a la facturación que necesitan según su tamaño. Al final, las editoriales pequeñas no estamos tan esclavizadas. Yo puedo sacar dos tres libros al año y que me salga bien económicamente. O no, o que pinche. Pero no pasa nada. Pero las grandes no, tienen que copar el mercado. Cuanto más editas, más vendes. Porque además la promoción es básica. La publicidad lo es todo hoy en día en el mundo editorial.

P: ¿Cuál es vuestro objetivo anual?

R: Intentaremos publicar tres títulos al año. Y siempre siguiendo esta línea estética que nos hemos marcado: todos los volúmenes con portada en fondo blanco. Es una petición mía a la ilustradora, porque para mí es como rescatar de las sombras a las autoras, darles la luz. Desenterrar. Arrojar luz a todas las mujeres que no hemos tenido de referentes, como decía María Lejarraga.

Alicia de la Fuente
Portadas de los cinco primeros títulos editados por Editorial Espinas / Foto: E.E.

*Para saber más: Entrevista a Laura HojmanMaría Blanchard, el compromiso silenciadoConcepción Arenal: reivindicación de una humanista imprescindible

 

 

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