El ex director general de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez explica en esta entrevista lo caro que nos puede salir como sociedad eliminar la «cultura lectora»
Nos recibe en su despacho acristalado, abierto, expuesto, en la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, la institución que, junto con la Casa del Lector, construye e investiga el ecosistema del libro y la lectura en Matadero. Antonio Basanta (Madrid, 1953) es vicepresidente ejecutivo y director general de la Fundación. Basanta es, probablemente, una de las personas que más ha reflexionado (y actuado) sobre y a favor de la cultura a través de lo que él llama «cultura lectora«. «La lectura es una cultura en sí misma, es una manera de estar en la realidad y tiene que impregnar la totalidad de nuestras reacciones personales y colectivas«.
Optimista y entusiasta, también está enojado. Indignado con estos poderes públicos que han borrado de sus prioridades el fomento de la lectura y, por extensión, de la cultura. Reivindica la lectura como eje imprescindible de la formación de una sociedad que camine hacia un modelo basado en la inteligencia, justo lo contrario de lo que, explica, está haciendo España. «El liderazgo como sociedad nos lo va a proporcionar la capacidad que tengamos de producir, importar y exportar talento e inteligencia«.
Núria Ribas / @nuriaribasp
P: No parece que estemos apostando por un modelo de sociedad basado en el talento…
Antonio Basanta (AB): A partir de 2010, por diversas razones entre otras económicas pero no solo por ellas, sino por un tema de prioridades, de prioridades políticas, los planes de lectura lanzados por las administraciones se reducen prácticamente a cero. Esto evidencia que la lectura, al menos para los que toman las decisiones en los últimos años, no es una prioridad para la cultura y la educación en este país. Estamos hablando de bibliotecas públicas y bibliotecas escolares. Si en las primeras tenemos una situación de cierta debilidad, en las bibliotecas escolares la situación es de indigencia. El papel que ocupa la lectura dentro del proceso formativo de nuestros alumnos es paupérrimo. De manera inexplicable incluso casi desaparece en los últimos años de formación de las personas.
P: ¿El resultado es que el 35% de los españoles asegura no leer nunca o casi nunca, según el CIS?
AB: Esta cifra lo que viene a reflejar es que estamos introduciendo un elemento perverso en la garantía de futuro y de progreso de las personas. Esos índices tan bajos de lectura son el mejor reflejo de que nuestra sociedad en absoluto se está preparando para el reto que en todos los campos va a tener que afrontar. El reto en el campo laboral, por ejemplo. La mayor parte de las profesiones que se suponen van a tener desarrollo en los próximos años van a tener que ver con el tratamiento de la información. Por tanto ahí tenemos un elemento perverso. Hay otro elemento perverso en cuanto a la capacidad de enriquecimiento de la persona. La persona sigue necesitando la información, y contrastar y analizar esa información. Y a partir de ella generar procesos creativos que permitan que esa información se convierta en conocimiento. Y las sociedades tienen que aspirar definitivamente a ese modelo que es el modelo que va a llevar el nuevo liderazgo.
P: ¿El liderazgo lo marcará el talento?
AB: Estamos saliendo de un proceso histórico muy largo, probablemente de un ciclo milenario, quien sabe si de 5.000 o 6.000 años si pensamos que el corte lo pone el origen de la escritura. El gran cambio que se está produciendo es que el liderazgo de los países, desde mi punto de vista, ya no va a venir dado ni por las materias primas, ni por la extensión del territorio, ni por la demografía, ni por tu situación geoestratégica. El liderazgo te lo va a proporcionar la capacidad que tengas de producir, importar y exportar talento e inteligencia. Los seres humanos, fundamentalmente por la enorme implantación de la robotización, tendremos la oportunidad de emplear nuestro tiempo en aquello que solo nosotros somos capaces de aportar: los trabajos que tienen que ver con nosotros y la capacidad de crear a partir de los estímulos que recibamos. Eso significa una apuesta definitiva por la creación de la inteligencia. O los países apuestan por ser entornos de inteligencia, favorecedores de inteligencia, tanto de racionalización, como emotividad e imaginación, o se le está negando el progreso a sus ciudadanos.
P: Tras esta constatación tenemos dos posibilidades para explicar porqué los poderes públicos cercenan día tras día el fomento de la lectura: o son unos ignorantes o existe la voluntad expresa de crear una sociedad basada en la mano de obra barata, acrítica y no-pensante. ¿Con cuál de las dos posibilidades nos quedamos?
AB: Claramente, la clase dirigente no es tonta, es que no le interesa. Los conceptos se alteran cuando no se prostituyen. Por ejemplo, parece que ‘empleo’ significa ‘ocupación’. No, no, no y no! Empleo significa muchas más cosas. Hombre, si trabajamos solo con estadísticas, una manera de crear más empleo es crear empleo indigente, paupérrimo, esclavista…eso ya lo han inventado las generaciones anteriores, hace miles de años. Tú lees a Cicerón y lo tienes ahí perfectamente establecido. No, el empleo es otra cosa. El empleo es una potencia para que tu vida se desarrolle. Por tanto, estamos generando subempleo, empleo prostituido y estamos, en el fondo, engañando a las personas sobre su vida. En su informe, la OCDE dice que el 64% de los empleos que desarrollarán los chicos que ahora se están iniciando en la educación no existen todavía. Tenemos que entender que el mundo hacia el que vamos es nuevo y en esa novedad está nuestra extinción o nuestro renacimiento.
P: Y en este renacimiento la lectura es básica…
AB: Si admitiéramos que es un buen proyecto el de que nuestras sociedades se orienten al uso de la inteligencia, una inteligencia que debe ser ejecutiva, tendríamos que revisar cuáles son las acciones que contribuyen de modo más garante a la creación de esa inteligencia que perseguimos. Y ahí, curiosamente, la lectura tiene hoy un apoyo incontestable que es lo que la neurociencia dice que es lo que pasa en nuestro cerebro cuando afrontamos cualquier experiencia vital desde la condición lectora. Porque el lector no es solo el lector del texto impreso o del texto en pantalla. La lectura es una cultura en sí misma, es una manera de estar en la realidad y tiene que impregnar la totalidad de tus reacciones personales y colectivas.
P: Si los poderes públicos, conscientes de ello, no tienen interés por desarrollar una ciudadanía lectora, ¿de dónde va a venir el cambio para asegurarnos un futuro libre e inteligente como sociedad?
AB: Los poderes públicos siempre hacen lo mismo. Como poder, tienden a consolidarse. Y por tanto de ahí no va a venir el cambio. El cambio viene de la sociedad civil, viene de la capacidad asociativa de las personas, viene de darnos cuenta, y creérnoslo, que somos dueños de nuestro destino. Como decía Miquel Martí i Pol, todo está por hacer y todo es posible. Yo creo que este movimiento ya se ha iniciado. Lo que pasa es que, primero, el tiempo es corto y la transformación es gigantesca. Hemos pasado de evoluciones lineales a evoluciones exponenciales. Yo, apelo claramente a la sociedad civil como motor del cambio. Apelo a los movimientos asociativos, vecinales y culturales, para provocar este cambio porque solo con la presión de abajo a arriba se va a producir. Los de arriba no están interesados en que este cambio se produzca. No tanto por un elemento conspirativo como por un elemento de incomodidad. Es mucho mejor tener una población hablando de lunes a viernes de fútbol y luego ya enlazas con el sábado y el domingo. No hay más que ver cómo se ha ampliado el tiempo del fútbol y los deportes por ejemplo en la radio. Todas las noches hay partido. Que a su vez suprime cualquier forma de coloquio, tertulia, información de carácter cultural, económico o político. Con lo cual ya te están diciendo directamente cuál es la jerarquía. Ese tipo de información no genera el personaje crítico, analítico y divergente que necesitan las sociedades del futuro.
P: Esta incomodidad de los poderes públicos de la que habla se transforma en dejadez respecto a las dotaciones culturales. Por ejemplo, y centrándonos en Arganzuela, el Ayuntamiento pretende crear una biblioteca gastronómica cuando no existe una biblioteca pública en un distrito de 150.000 habitantes…
AB: Efectivamente. Nosotros, la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, y así está recogido en el acta de los plenos del Distrito, hicimos hace ya mucho tiempo la propuesta de que se creara la biblioteca que todavía no se ha creado en este distrito. Curiosamente señalamos como una posibilidad lo que hoy está ocupando la Consejería de Familia y Servicios Sociales. Y luego no solo aludimos también al Mercado de Frutas de Legazpi sino también a los edificios que no están ocupados aquí en Matadero.
P: La Fundación Germán Sánchez Ruipérez, en este sentido, ¿es un ejemplo de esa sociedad civil como motor de cambio?
AB: Germán Sánchez Ruipérez, un editor con una capacidad asombrosa de unir visión de futuro y praxis, tenía una fuerte vinculación con los Estados Unidos. Y eso le da una visión muy clara de la importancia de las fundaciones nacidas de la sociedad civil. Él establece dos premisas que yo sigo pensando que son fundamentales. La fundación tiene que ser independiente, tiene que tener sus propios recursos, y tiene que ser profesional, que trate de estar un pasito por delante de otras instituciones que, por otra parte, cumplen con su deber. De modo que nosotros no somos lo mismo que una institución pública. Somos, o pretendemos ser, una especie de nave que explora los territorios de mañana y se trae una información que puede ser valiosa para la transformación de todo el ecosistema del libro y la lectura que ya se está produciendo.
P: En esta transformación, ¿el libro electrónico es vital?
AB: Sí, pero es complementario. En esta transformación se va a producir lo mismo que se ha producido en las transformaciones de los otros medios. Cualquier fenómeno de innovación produce una cierta inquietud. Pero, en función de la temática y de la elección del propio lector, el papel va a tener un elemento de mantenimiento interesante. Es verdad que la relación que se tiene con un objeto que en sí contiene físicamente no es la misma, ni mejor ni peor, que aquél que los contiene virtualmente. Pero será una opción particular de cada uno. Por ejemplo, ¿cuándo se ha visto más cine, hace 30 años u hoy? Hoy, claro, aunque haya menos salas. Porque lo vemos desde nuestras casas. El problema no es ese, el problema es quién quiere ver cine. Quién quiere oír música. Quién educa para crear futuro público.
P: Volvemos a la educación, a la escuela…
AB: Siempre. La educación ha sido hasta ahora uno de las instituciones más conservadoras. Y es justo lo contrario de lo que tendría que ser. La educación es innovación por principio. Porque te estás dirigiendo al futuro, que lo tienes ahí. Nuestra escuela respondió a la sociedad industrial en la que se forjaba a las personas con un perfil que les garantizaba la inserción en el mundo laboral para que durante 40 años hicieran lo mismo mañana, tarde y noche. Se acabó. Todo lo que se ve es un anacronismo totalmente inexplicable.
P: ¿Hay esperanza?
AB: Por supuesto. ¿Cuál es mi esperanza? Que los cambios pequeños que estamos viendo se extiendan. Los movimientos asociativos que estamos viendo, la contestación a los grandes partidos políticos y sus sinergias por no decir otras cosas, la voz que los ciudadanos van encontrando en medios independientes y libres que no tienen porqué venderse en quioscos… Esto es tan real como lo contrario y yo quiero creer que eso va a seguir creciendo. Que no hay vuelta atrás. Entre otras razones porque si hay vuelta atrás desaparecemos. Nos extinguiremos. Estamos en una encrucijada. Y haremos bien aquellos que creemos que lo que pensamos merece la pena ser escuchado en contarlo. Y decirle a esta sociedad: usted tiene una opción. Elegir un modelo en el que su sociedad sea de cuarto o de quinto nivel o elegir otro modelo, el que nos lleva al primer nivel. El primer nivel lo va a marcar el talento y la inteligencia. Por tanto, todos los sistemas sociales deben orientarse a conseguir este modelo. No hay que hacer reformas, hay que hacer una transformación. No nos debe de capturar la trampa que se nos tiende todos los días para decirnos que la acción individual no tiene ningún valor. Yo ya sé que es muy poco, que es un paso minúsculo. Cada uno desde su responsabilidad. En mi caso concreto, esta Fundación quiere ser útil, contribuir a la formación de nuevos ciudadanos. Lo tengo aquí delante. Dice Germán Sánchez Ruipérez: “Deseo ciudadanos libres, dialogantes, comprometidos, críticos y solidarios”. Yo, me lo creo. Creo que la mirada lectora consigue estas cosas.