Concepción Arenal, reivindicación de una humanista imprescindible

Concepción Arenal

¿Cómo es posible que se siga explicando el siglo XIX español sin contar con Concepción Arenal? «Es imposible. Y profundamente injusto». Los ojos de Cristina Peñamarín y Anna Caballé chispean cuando nombran a una de las mujeres más extraordinarias que ha dado este país. Son las comisarias de una exposición ineludible que celebra el bicentenario del nacimiento de la filósofa, ensayista, jurista, moralista, dramaturga y poeta gallega: Concepción Arenal. La pasión humanista (1820-1893). Se ha inaugurado esta semana en la Biblioteca Nacional y allí estará doña Concepción hasta el 4 de abril de 2021. Imprescindible.

Núria Ribas / @nuriaribasp

Concepción Arenal

Solo el empeño de la Biblioteca Nacional de España y de Acción Cultural Española ha evitado que esta muestra, que debía inaugurarse el pasado marzo, cayera de la programación por culpa de la pandemia. Por suerte, no ha sido así y, aunque con casi un año de retraso (Arenal nació el 31 de enero de 1820), finalmente se celebran los 200 años del alumbramiento de esta mujer profundamente liberal, dispuesta a ir contra corriente para conseguir lo único que le interesó de verdad: pensar. Discurrir. Y aplicarlo a todas las facetas posibles de una sociedad que, como buena ilustrada, creía firmemente que podía mejorarse a través de la educación y la formación de todos y cada uno de los individuos.

«Aunque llegue un poco tarde, yo creo que a Arenal le hubiera gustado que la recordáramos justamente este año. Porque es un año muy arenalario», apunta Anna Caballé, doctora en Historia de la Universitat de Barcelona y autora de la extraordinaria biografía sobre Arenal (Concepción Arenal. La caminante y su sombra, Taurus, 2018). «Una de las teorías desarrolladas por Arenal fue la teoría del dolor. Para ella, la vida era sobre todo sufrimiento, dolor y conflicto. Y es en este dolor cuando se forja el ser moral. La felicidad es complaciente. Solo cuando sufrimos nos hacemos preguntas y estamos dispuestos a mejorar».

«el dolor, cuando no se convierte en verdugo, es un gran maestro»

Forjar ese «ser moral» fue el caballo de batalla de Arenal, la búsqueda que atravesó toda su filosofía y su lucha en diversos campos, como el feminismo, la abolición de la esclavitud o la reforma del sistema penitenciario. Sabía que todas las personas a las que la sociedad decimonónica, cerrada y arcaica de esa España que solo era liberal a ratos, negaba derechos y formación estaban condenados a no existir como ser moral. Es decir, como ser que puede y debe tomar sus decisiones.

Arenal luchó toda su vida contra esta discriminación que afectaba a todas las mujeres, a los esclavos africanos de las colonias españolas, a los presidiarios y a los más desfavorecidos. Arenal bebe de la convicción ilustrada de que la sociedad es mejorable, que no tiene que ser todo ‘como siempre’. Las cosas pueden cambiarse y, si puede ser, desde la compasión, un concepto que «intentaba acercarse al más débil o necesitado sin humillarlo», apunta Cristina Peñamarín, comisaria junto con Caballé de la exposición y catedrática de Teoría de la Información de la Universidad Complutense de Madrid.

«La indiferencia para los males de nuestros semejantes no revela ya solo dureza en el corazón, sino extravío de la inteligencia»

Así, el idealismo kantiano y la creencia en el bien común se funden con el utilitarismo inglés y la necesidad de responder activamente a las carencias sociales. Todo, entrelazado con sus convicciones religiosas, firmes pero ajenas al catolicismo más practicado en su época. También en eso, Arenal busca por ella misma su camino, lejos de las convenciones. Es una religiosidad centrada en el espíritu. Dice Arenal en uno de sus poemas: «Quise comprender el cielo, ese misterio profundo, esa aspiración del mundo hacia otro mundo mejor» (Idea del cielo, 1882).

Vida y pensamiento

La muestra se organiza en dos espacios, pequeños pero suficientes para albergar documentos inéditos hasta ahora. El primero está dedicado a la vida de la filósofa gallega. Primer reto para las comisarias de la exposición: Arenal siempre fue una mujer muy discreta, que destruyó buena parte de su correspondencia y escritos poco antes de morir. El ‘qué dirán’, pesó, incluso en una mente como la suya. Jamás aceptó intervenir en persona (mandaba sus intervenciones) en los diversos congresos internacionales a los que fue invitada.

Así que la exposición tiene algunas joyas, como la única foto conocida de sus dos hijos cuando estos eran pequeños. O alguna correspondencia que indica cómo era físicamente Arenal: pelirroja y con ojos verdes. Algo que no nos imaginábamos en absoluto, cuando solo tenemos en mente dos o tres fotos típicas de la escritora.

Precisamente romper los tópicos que existen sobre Arenal es otro de los objetivos de la exposición: no se vistió de hombre solo para poder entrar en Universidad (no le sentaba bien la ropa femenina del siglo XIX e iba mucho más cómoda con calzones que con miriñaque. Además, asegura en un poema que recoge la muestra, quería que la escucharan por lo que decía, no por su aspecto femenino). Tampoco es cierto que fuera alguien apocado, si no que Arenal era muy vehemente a la hora de defender sus posiciones. Las comisarias también aclaran que no es verdad que viviera en la penuria. Era austera, mucho. Pero provenía de una familia con posibles y pudo vivir toda su vida de rentas.

Concepción ArenalLa segunda parte de la muestra está dedicada a su pensamiento. «Hemos querido que su lucha abolicionista, contra la esclavitud en las colonias españolas, fuese el centro de esta parte, porque es una postura de Arenal muy poco conocida», señalan las dos comisarias. En efecto, España fue el último país europeo en abolir la esclavitud en sus colonias.

Arenal impulsó el tímido movimiento abolicionista, como también impulsó -algo mucho más conocido- la reforma del sistema penitenciario español, extraordinariamente atrasado en su tiempo.

De hecho, su obra Estudios Penitenciarios (1876) deslumbrará a penalistas de talla internacional por su análisis de los distintos sistemas correccionales vigentes en Europa y en Estados Unidos. En él, Arenal concluye: «El sistema que debe plantearse en España es el de las celdas para dormir y trabajo en común bajo el régimen del silencio». El trabajo de la humanista gallega para modernizar unas cárceles que vulneraban los derechos humanos más elementales fue constante desde que, en 1863, fue nombrada en A Coruña visitadora de cárceles de mujeres. Las condiciones vejatorias y totalmente inhumanas con las que se encontró la dejaron estupefacta y activaron de inmediato su sentido crítico, su pasión por mejorar las circunstancias de los más desfavorecidos y modernizar de una vez por todas una España anclada, en este campo, en el medievo.

«Mujeres, pensadۛ»

La faceta feminista de Concepción Arenal también es poco conocida, en realidad. Sin embargo, la emancipación de la mujer como sujeto político es uno de los puntos centrales de su pensamiento. Unas reflexiones que enmarcó en dos obras: La mujer del porvenir (1869) y La mujer de su casa (1883). En este último ensayo afirma, rotunda, que el avance de las mujeres no será posible mientras el ama de casa se transforme en una ciudadana igualmente formada y comprometida con las cosas del mundo. Para Arenal, la mujer centrada en su familia y en el cuidado del hogar se sustenta sobre un tipo de ideal erróneo, porque «señala el bien donde no está». Se corresponde con un concepto equivocado de la perfección, que para los hombres es progreso, avance, creación, mientras se pretende que para las mujeres sea solo inmovilidad.

Demoledor.

«La mujer magnetizará el mundo, tantas veces impenetrable a la palabra que da vida»

*Concepción Arenal. La pasión humanista (1820-1893) podrá verse en la Biblioteca Nacional de España hasta el 4 de abril de 2021.

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