Si la cultura no ha sido cuestión de Estado en España jamás, la danza es la última de las preocupaciones de los responsables públicos y una de las artes más incomprendidas por el imaginario popular. Este 29 de abril, Día Internacional de la Danza, varios colectivos de nuestro país reivindican el papel fundamental que la danza juega en el espíritu humano y en el bolsillo de una industria cultural que, aquí, nunca acaba de despegar.
Núria Ribas / @nuriaribasp

Sonroja tener que recordar que el arte, la cultura, es tan necesario para el espíritu humano como el pan que comemos. Que nos humaniza, que nos aparta de la innegable animalidad que albergamos para construirnos y acercarnos de distintas maneras a eso que llamamos ‘civilización’, que no es otra cosa que intentar alcanzar esas virtudes aristotélicas que justifican toda una vida. Avergüenza tener que repetir, año tras año, que solo a través de la educación y la cultura – no se sabe muy bien porqué ambas están perennemente disociadas en nuestros programas de estudio y nuestras estrategias como sociedad- podemos intentar llegar a trascender. O a soportar duros golpes, como la pandemia que estamos sufriendo ahora mismo.
Aunque sonroje y avergüence, varios colectivos del mundo de la danza aprovechan un día como hoy para, de nuevo, recordar que la danza es, además de un alimento para el espíritu, uno de los sectores que conforman la precaria industria cultural española. Más de 300.000 personas conforman el mundo de la danza en nuestro país que genera, según algunas estimaciones, un movimiento de capital de unos 1.000 millones de euros al año.
Uno de los colectivos que alza la voz es el Centro Coreográfico María Pagés de Fuenlabrada (Madrid). En el manifiesto ‘En defensa de la danza’, impulsado por las mujeres que conforman el Centro Coreográfico pero respaldado por más de 100 profesionales de la danza en España, reivindican un plan de acción para salvar el tejido empresarial del sector de la danza.
Entre varias reivindicaciones, algunas archi solicitadas: un Pacto de Estado por la Cultura, una Ley de Mecenazgo y un Estatuto del Artista. Reclamaciones recurrentes e irrenunciables que, sin embargo y de forma bastante incomprensible, caen en saco roto año tras año.
La faceta empresarial
Como parece que la ‘cosa pública’ no reacciona ante la emergencia humanística de tener un sector cultural maltratado y bajo mínimos, el manifiesto también incide en la faceta empresarial que los profesionales de la danza (al igual que de otras artes escénicas) asumen y que nunca es reconocida como tal: “A los intérpretes se les ha instalado en un arquetipo que oculta su acción como empresarios que llegan a los escenarios a través de un proceso arduo. A su cuenta y riesgo asumen la investigación, la creatividad, el emprendimiento empresarial, la responsabilidad financiera e impositiva, la contratación de personal y la promoción y la distribución de su proyecto artístico”.

Y por si no queda claro el porqué de esta desidia legislativa hacia el mundo de la danza, el manifiesto asegura que “las empresas de Danza y, en general, las de las Artes escénicas, suscitan muy poco interés por parte del legislador, porque él mismo es parte de una sociedad que por razones objetivas o subjetivas desconoce la realidad de la Danza y de sus agentes o, directamente, no la considera”.
La estacionalidad y la intermitencia inherentes a la naturaleza de las artes creativas completan la casi total desprotección de los profesionales de, en este caso, la danza a la espera de un marco jurídico que otras actividades profesionales hace décadas que disfrutan.
La danza, pues, sigue siendo una cuestión de Estado no resuelta. Nos jugamos mucho como sociedad. Como asegura el bailarín, coreógrafo y docente sudafricano Gregory Vuyani, encargado este año 2020 del tradicional mensaje global del Día Internacional de la Danza, “la danza se vuelve política porque lleva en su fibra una conexión humana”.
Consulta el Manifiesto Completo pinchando aquí
Para saber más:
El Día Internacional de la Danza se celebra el 29 de abril desde que fue establecido en 1982 por el Comité Internacional de la Danza del Instituto Internacional del Teatro (ITI) de la UNESCO. La fecha conmemora el nacimiento (en 1727) de Jean-Georges Noverre, bailarín y maestro considerado el creador del ballet moderno y cada año el ITI encarga a una personalidad conocida del mundo de la danza la redacción de un mensaje.
Este año 2020, el encargo ha recaído en el bailarín, coreógrafo y docente Gregory Vuyani. Puedes leer el mensaje original (en inglés) pinchando aquí.