Manos de artesano, mirada creativa, mente libre y un espíritu que busca trascender. Una técnica depurada que le da herramientas, pero por la que no se deja encorsetar jamás. Una búsqueda constante y luminosa de la espiritualidad en cada uno de los violines, violas y chelos que este luthier, mitad romántico, mitad outsider, construye para las orquestas e intérpretes más importantes del mundo.
David Bagué (Barcelona, 1964) asegura que, probablemente, sea el luthier más anti tecnológico del mundo. Formado en Cremona, Creu de Sant Jordi, Bagué no tiene ni piensa tener móvil. Por supuesto, las redes sociales no entran dentro de sus intereses. En su taller, en el barrio de Gràcia de Barcelona, el tiempo corre a otro ritmo, al de sus manos. Pero el maestro alerta: «Esto no es pura artesanía, no es pura técnica. No estamos construyendo relojes. Hoy, la construcción de instrumentos se realiza desde el miedo, desde los cánones establecidos. Yo me siento más cómodo con una visión creativa de los instrumentos».
Trascender al artesano para dejar volar la creatividad del artista, que es el que sí puede insuflar de espiritualidad ese instrumento que luego, otros artistas, darán razón de ser. Al instrumento y a su creador.
Lo está haciendo desde que, con 12 años, desmontó pieza a pieza el violín que su padre le había comprado por si algún hermano querría en un futuro acompañar a su madre pianista. Sus visionarios progenitores, lejos de amonestarle, le animaron a perseguir lo que sería su pasión: construir instrumentos de cuerda desde la libertad que da la mirada a los 12 años. Bagué sigue teniendo esa mirada, la misma tensión y pasión. Será por eso que sus violines no son más de lo mismo.
La Línea Amarilla ha tenido la fortuna de entrar en ese templo pagano en el que reina Bagué. Lo hemos hecho a través de la cámara de nuestra fotógrafa de referencia, Margarida Gual Altés, que ha captado la sutileza y la fuerza de este creador en estado puro. Ahí va uno de nuestros reportajes fotográficos del año.
Fotos: Margarida Gual Altés @margaridagual
Texto: N. Ribas @nuriaribasp
«para mí, llegar al taller es curativo, absolutamente sanador»
«El verdadero secreto, si es que lo hay, en la búsqueda del violín perfecto es un secreto humanístico. por eso algunos instrumentos nos conmueven, nos emocionan»
«Mantengo la misma pulsión de aquel chaval de 12 años, la misma pasión por lo que hago. si la tienes y puedes ayudarla a mantenerla viva, eres un privilegiado»
«La técnica debe hacerte libre, debe estar al servicio de la pulsión creativa. Hoy, echo de menos una construcción de instrumentos libre»
*Más #Estápasando: Decencia – Qué, cuándo y dónde del arte conceptual –