¿Qué hubiera sido el Guernica sin el bombardeo fascista? ¿Qué periplo sufrió el cuadro hasta su llegada al Museo Reina Sofía en 1992?
El Guernica, el cuadro que con el paso del tiempo se convertiría en un icono del siglo XX y de la oposición a la guerra, la obra más ambiciosa en la producción de Pablo Ruiz Picasso y que marcó un antes y un después en el trabajo del autor, se gestó en el número 7 de la Rue Grands Augustines, en el palacio del siglo XVIII donde Balzac desarrolló parte de la acción de su relato La obra maestra desconocida. Como en el relato, jamás conoceremos la obra que podría haber sido de no haberse producido el bombardeo sobre la villa de Guernica.
Cuando se celebran cincuenta años de la muerte del genial pintor malagueño, recuperamos este texto que rebusca el camino que siguió El Guernica hasta poder entrar en el Reina Sofía y, una vez más, quedarnos boquiabiertas.
Leticia Palomo / @art.palomo
A las cinco menos cuarto de la tarde del 26 de abril de 1937 la Legión Cóndor alemana y la Aviación Legionaria italiana lanzan su ataque sobre la población civil de la villa de Guernica, comienzo oficial de la guerra moderna tal y como la conocemos en nuestros días. Hacía cuatro meses que Pablo Ruiz Picasso buscaba la inspiración para completar el encargo del gobierno de la República de España para cubrir con un gran mural una de las paredes del pabellón español de la Exposición Internacional de París, co-diseñado por el arquitecto catalán Josep Lluis Sert. El 27 de abril de 1936 el gobierno español había comunicado su concurrencia a la exposición con la intención de evidenciar el valor y peso de España como destino turístico. El golpe de Estado que se produjo tres meses más tarde trastocó también este proyecto.
Picasso se había convertido en el artista más cotizado del momento. A pesar de llevar más de treinta años en París, aceptó en septiembre de 1936 el cargo honorífico de director del Museo del Prado demostrando su apoyo al gobierno legítimo. En enero de 1937 Josep Renau, director general de Bellas Artes, pide a Picasso que se involucre en la nueva concepción del pabellón (con José Gaos como comisario general) que debería de narrar por medio del arte y la propaganda el acontecer de la guerra en España. Joan Miró, Julio González, Alberto Sánchez y hasta el mismísimo Calder aceptan el encargo del gobierno republicano.
En esta etapa de su vida, Picasso ya ha transitado por el cubismo, coqueteado con un clasicismo más aburguesado y fisgado en el surrealismo. Es el momento en el que el Picasso poeta quiere matar al pintor y el momento en que la influencia de la artista Dora Maar entra en la vida del malagueño. Pocos días después del bombardeo de Guernica, y tras la gran manifestación de repulsa hacia el asesinato de civiles y en apoyo al pueblo español el 1 de mayo en París, comienza una labor febril que culminará en junio de 1937 con la creación más grande de Picasso.
El Guernica…pero también su gestación
Se cumplen así ochenta años del bombardeo de la villa y la creación del óleo, así como el vigésimo quinto aniversario de la llegada del cuadro al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Junto a la obra se muestran los trabajos preparatorios de la misma y las obras que completaron la exhibición del pabellón español. Los bocetos del Guernica fueron pulcramente datados, pues como decía el autor: «Todas mis pinturas son exploraciones […] Es una experiencia en el tiempo». Con este hábito, Picasso entregó a la posteridad un estudio valiosísimo de su obra, junto a las fotografías realizadas por Dora Maar de los trabajos de elaboración.
De esta manera el visitante de la exposición podrá comprender el protagonismo de todos y cada uno de los figurantes de la desdicha de este cuadro. Especular con la simbología del minotauro-autorretrato, la yegua siempre víctima femenina, la desdicha de las madres, la marcialidad rota del soldado y atreverse en las mil cábalas a las que se presta el ojo-sol que ilumina la escena. Todos ellos situados en la escena de un mimetismo bien acompasado de ambiente doméstico y público.
Como en la exposición de París, en este caso también acompañan al Guernica los grabados Sueño y mentira de Franco I y II y el óleo Retrato de la marquesa de culo cristiano echándole un duro a los soldados moros defensores de la virgen. En total 180 obras previas y posteriores a 1937, pertenecientes a los fondos del propio museo y a préstamos de grandes colecciones, donde se puede apreciar la evolución del artista.
El viaje
Una vez clausurada la exposición internacional, el Guernica comenzó un largo periplo que le llevó por Europa y América para recaudar fondos para la causa republicana y las víctimas de la Guerra Civil. A pesar de la incomprensión que generó en un primer momento el cuadro, las clases obreras acudieron a la llamada propagandística. Comenzó a gestarse la importancia del Guernica como icono y sobrepasó los límites del encargo. Es en el año 1944 cuando entra a depósito en el MoMA del Nueva York por expreso deseo del autor. Son las contiendas en el viejo continente y la dictadura autoritaria en España las causas que obligan a Picasso a tomar esta decisión y a afirmar tajantemente que «el Guernica solamente volverá a España con la República».
A la muerte de Picasso en 1973 se reanudan las labores diplomáticas y legales (previamente iniciadas en 1968 con la fallida “Operación regreso”) para trasladar el cuadro a España. Finalmente, en el año 1981 el Guernica toca suelo español y es recibido en el Museo del Prado (en las dependencias del Casón del Buen Retiro) como el artista había dispuesto. Sin embargo, y tras una decisión polémica, el Guernica realiza su último viaje (por el momento) el 19 de mayo de 1992 hacia su ubicación actual en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
*Para saber más: Repensar El Guernica