Las cosas han ido sucediendo de otros modos, pero no hay ningún motivo para ocultar que, en buena medida, La Plaza Invisible fue fundada con el objetivo fundamental de celebrar a los buenos nuevos poetas, a las mejores nuevas voces.
En ese sentido, todas las farolas de la Plaza se encienden hoy para recibir a Laura Ramos (Avilés, 1996), que trae bajo el brazo su ópera prima, La verdad es que estoy sola y estoy ardiendo, un libro complejo, entretenido y sonriente que ha sido editado en Sevilla por La Isla de Siltolá.

Juan Marqués / @jmarquesmartin
«Si hubiera podido decidir, / hubiera querido esculpir el agua. Cuando me llegó el momento, / me atreví con los poetas…»
Lo afirma «La primera poeta de la Tierra Negra», una de las habitantes de Nonú, el curioso territorio literario que acaba de fundar, en su primer libro, la poeta Laura Ramos (Avilés, 1996), y qué idea más grande y más hermosa que se trate de un país hecho de palabras, no sólo porque se vaya desplegando ante nosotros, en las páginas, sino porque lo dice, digamos, su propia «Constitución»: «Ya dijimos de su estructura gubernamental que no era / un imperio, ni un reino ni una república ni nada / semejante. / Nonú era un lenguaje».
Si una poeta no puede ser radical y salvajemente libre en sus poemas, ¿dónde lo será? Laura Ramos lo ha entendido desde sus primeros balbuceos, y además, enamorada de lo remoto y de lo épico, ha tenido la habilidad de hacer que su debut editorial sea también un libro fundacional, adánico y antiguo (que no viejo), aunque el tratamiento de la Antigüedad que observamos en él es, diríamos, más pop que visionario, más naíf que oracular. No es un salto al vacío hacia el pasado, es una refundación de la cultura.
Lo dijo Juan Ramón Jiménez en un aforismo en forma de diálogo en el que justificaba su trabajo. «–Y usted, señor poeta, ¿qué está haciendo? –¿Yo? Ando fundando el mundo». No se sabe si este espacio de Nonú tendrá continuidad en libros futuros, pero en todo caso es un acierto empezar de cero, como si nunca nadie hubiera escrito un solo verso. Todo nuevo poeta tendría que alejarse de los demás («la verdad es que estoy sola»…), otear el horizonte, delimitar una parcela y clavar allí una bandera, como los pioneros del Oeste. En ese lenguaje no es que haya nuevos continentes por descubrir, es que hay galaxias enteras. No es la fiebre del oro: es, dilatando la imaginación, la búsqueda de algo incomparablemente más valioso, diferentes formas de llegar a diferentes tipos de verdades.
si una poeta no puede ser radical y salvajamente libre en sus poemas, ¿dónde lo será? laura ramos lo ha entendido
Escrito, de una forma bastante rastreable, bajo la advocación de la poeta y profesora canadiense Anne Carson (no en vano citada en el libro, como también Safo, o la Biblia, o la genial Inger Christensen), aquí nos encontramos ante la poesía que podrían haber escrito los autores del Kalevala si hubieran escuchado a Los Planetas, o como si la autora del Cantar de los Cantares estuviera versioneando a Björk (ya supongo que las referencias musicales de Ramos no son precisamente ésas, pero así nos entendemos). El libro no busca ser eufónico pero lo es, no puede evitarlo. Y está lleno de magia, de luz y de contradicciones. En años de sequías, despilfarro. En tiempo de abundancia, contención.
Pero Nonú es sólo la segunda parte de un libro que tiene tres, muy diferentes pero muy complementarias. La verdad es que estoy sola y que estoy ardiendo (título que procede de un verso de Xaime Martínez) no es un libro narrativo, pero juega hábilmente con lo prosaico. Y contiene narraciones, y transmite informaciones, y acepta anécdotas históricas (como la del siciliano Francesco Procopio en el poema que reproducimos abajo), y, en fin, hunde los brazos en el pasado para menearlo un poco al tiempo que teje una historia alternativa, paralela y diferente.
Cada poema es un mundo, conviene no leer ninguno con las claves o los agarres del anterior, porque te engaña. De hecho en el libro (que es el libro de una filóloga y de una profesora de Literatura) se desconfía explícitamente de determinadas corrientes interpretativas y se apuesta por la soltura, por la forja de un camino propio que no sólo tiene que ver con el presente sino con los orígenes. Rebelarse contra el hoy es una vulgaridad: el mérito está en arremeter contra los fundamentos, pero hacerlo con dulzura, saberse derrotada de principio, contenta al fracasar: «hice una promesa clara, / no leer libros de amor ni de caballerías // aquella misma noche me enamoré de una caballero». Saber rendirse a tiempo.
si queremos que la cultura tenga futuro (y tenga sentido), menos podcasts y más gilgamesh
Es éste un libro lleno de colores, nada de blanco y negro. Incluso cuando aborda la tragedia lo hace con una sonrisa secreta, pero muy perceptible, con un candor muy bien fingido. En ese sentido es también, seguramente sin proponérselo, un libro estratégicamente aleccionador, una invitación a la poesía, un capta-lectores. Aquí se remedan y se reformulan las bases de nuestro imaginario para empezar un nuevo camino, culto, vivaz y contagioso. Si queremos que la cultura tenga futuro (y tenga sentido), menos podcasts y más Gilgamesh.
HIELO PARA HELADO
Las moléculas de hidrógeno y oxígeno
apelmazadas descienden la ladera del
infierno y acaban en el suelo como
escarcha.
Me dijiste que te gustaban los helados
de avellana, ¿me lo dijiste?
[La disposición del poema es probable-
mente la parte más complicada. Debes
buscar la definición del género. ¿Hace la
forma su contenido?
Los helados se fabrican con nieve; la
nieve, ¿la nombraste?]
Suelen ser los versos una excusa para definir
el poema. El verbo es el ritmo.
En China, hace cuatro mil años, caminaban
por la montaña deslumbrada por la geometría
de sus copos. Nieve, arroz, especias, leche.
Iremos mañana a ver el pico: compra avellanas.
[El siciliano Francesco Procopio fundó una heladería
en París hacia 1686, esto son datos de Google. Luis XIV
tenía el mentón y las manos aún pegajosas cuando lo
llamó a la corte, le dijo: mis más sinceros respetos.
Francesco Procopio nunca escribió un poema, cogía
nieve y la mezclaba con sabores.]
Y el sabor, ¿nace de su origen o se crea a su llegada?
El poema depende de la nieve.
*Ficha técnica: Laura Ramos, La verdad es que estoy sola y que estoy ardiendo, Sevilla, Ediciones de la Isla de Siltolá, 2023
*Más La Plaza Invisible: Entrevista con Marta Sanz – Se rompe una rama, de Manuel Mata – Herederas, de María Sánchez-Saorín – Entrevista con Bernardo Atxaga –