Laura Hojman (Sevilla, 1981) se desliza con armonía en un género, el del documental, que ella reivindica como mucho más libre que la ficción pura y dura. Paso a paso, ha desarrollado una filmografía como directora, guionista y productora (fundó Summer Films junto a Guillermo Rojas en 2016) que pivota sobre tres ejes: la memoria histórica, Andalucía y la visibilización de las mujeres.
«Creo mucho en el cine como herramienta de cambio social», asegura. Su segundo documental como directora, el deslumbrante Los días azules, sobre la vida, exilio y muerte de Antonio Machado, nos la descubrió al gran público. Ahora, con A las mujeres de España: María Lejárraga, da otro do de pecho brillante. Buscando, cuenta, explicar un contexto, una realidad social, a través de vidas extraordinarias. El próximo: un documental sobre Agustín Gómez Arcos, un poeta reverenciado en Francia pero prácticamente desconocido en España.
Entrevistamos a Hojman cuando su Lejárraga ya vuela por distintos festivales y varias salas de cine, con unos coloquios posteriores a la proyección que demuestran la avidez en conocer a las mujeres silenciadas que tiene parte de la sociedad española.
Núria Ribas / @nuriaribasp
P: ¿Por qué escoges la figura de María Lejárraga?
R: La escojo como el ejemplo perfecto para hablar sobre el velo de silencio tremendo que ha caído sobre la historia de nuestras mujeres. Me da hasta vergüenza reconocer que descubrí la figura de María Lejárraga hace relativamente poco, a través de la obra de Antonina Rodrigo, de la biografía que escribió sobre ella. Y cuando empecé a leer sobre esta mujer, me quedé fascinada. Pero al mismo tiempo sentí como un enfado y una rabia terrible: cómo es posible que Lejárraga fuera prácticamente una desconocida para la mayoría. Me pareció que era una muy buena historia, un muy buen vehículo para poder lanzar esa reflexión.
P: ¿Qué reflexión?
R: La de qué tipo de sociedad estamos creando. Qué tipo de sociedad es esta en la que seguimos sin visibilizar la historia de las mujeres. María Lejárraga no es un caso excepcional. Todas esas mujeres que, desde diversas profesiones, hicieron muchísimas cosas bellas. Y siguen desaparecidas, no están en la historia oficial, no están en los planes educativos.
P: Entonces, escoges un vehículo para contar algo más grande…
R: Exacto, a mí me gusta un poco trabajar así. Lo hice también con Los días azules. No es una biografía de Machado, sino que me sirve para hacer una reflexión sobre una serie de cosas, sobre un país, sobre nuestra historia. En el caso de María Lejárraga es un poco lo mismo, pero ahora desde el punto de vista de las mujeres.
P: ¿Así es cómo te planteas el guion de tus documentales, el armazón?
R: Mira, es que no soy nada ‘técnica’, soy muy caótica. Entonces, desde el caos lo armo. Sabes que se dice que hay escritores que cuando empiezan a escribir una novela ya saben directamente a dónde van y otros que se van dejando llevar. Yo creo que pertenezco un poco esa segunda corriente. Pero es algo que disfruto mucho porque lo que sí tengo claro, normalmente, es cuál es el tema. Es decir, nunca me he planteado los documentales como una historia, como una trama. Para mí un documental es, como te decía, una excusa para hablar de temas que trasciendan a los personajes. Ellos son el hilo conductor que me permiten plantear una serie de preguntas y lanzarlas. Siempre desde una forma muy emocional.
«Yo no concibo el documental sin emoción. Creo que es la mejor herramienta para transmitir ideas, para crear conexiones»
P: El género documental siempre nos lo han vendido como lo objetivo, y la ficción, como lo emocional…
R: Yo no concibo el documental, tampoco el cine claro, sin emoción. Creo que es la mejor herramienta para transmitir ideas, reflexiones, para crear conexiones, que es lo más importante en el cine. Además, yo soy muy llorona [risas]. A veces me voy emocionando mucho cuando escribo.
P: Guionizas desde una libertad que generalmente no se le atribuye al género.
R: Es que, de hecho, yo creo que el documental es un género mucho más libre que la ficción, que al final está sujeta a unas reglas. Quiero decir que, bajo mi punto de vista, creo que hay unas reglas un poco más estrictas en la ficción. El documental realmente permite muchísimos más caminos en cuanto a posibilidades creativas y narrativas. Me parece un género mucho más libre.
P: ¿Referentes?
R: Uno de mis referentes, al que adoro, es Patricio Guzmán. Me fascina su forma de contar las historias. Y siempre habla de la memoria de su país, de la memoria de Chile, pero lo hace a través de una creación poética, sugerente emocionalmente, y eso a mí me parece interesantísimo. Es a lo que a mí me gustaría aspirar. Conecto mucho con esta forma de trabajar, porque creo que hasta las historias más terribles, más duras, pueden contarse desde la belleza. No desde un discurso agresivo, sí contundente, pero no agresivo.

P: María Lejárraga era contundente…
R: [Risas] Sí, sí, claro que lo era. El documental sobre ella está construido de una determinada manera porque Lejárraga tenía un discurso muy contundente, muy político. Pero lo cuento, creo, desde un lugar muy bello, muy luminoso. Justo es eso también lo que diferencia al documental del reportaje periodístico: el documental tiene una parte muy importante de creación artística y Guzmán es un genio en eso.
P: Has nombrado, hablando de Guzmán, la memoria histórica. ¿Es este uno de los ejes en los que te mueves junto con Andalucía y la visibilización de las mujeres?
R: Pues sinceramente, no me los planteo como ejes constantes de una forma consciente, pero son tres temas que van saliendo, tienen relación con mi forma de ser y las cosas que me preocupan. Por ejemplo, la memoria histórica, la memoria democrática. Yo creo mucho en la necesidad de mirar hacia atrás, de mirar al pasado para entender nuestro presente y, sobre todo, para mirar hacia el futuro. Es fundamental para crear una sociedad sana y justa.
P: ¿Y la visibilización de las mujeres silenciadas? Tengo la impresión de que se está produciendo, por fin, una reivindicación constante de las mujeres artistas y también anónimas que avanzaron en muchos aspectos durante la II República y algunos años antes, pero que luego fueron sistemáticamente silenciadas y, claro, olvidadas. Exposiciones, libros, editoriales, documentales… ¿Hay una recuperación o esa reivindicación se mueve siempre entre las mismas cuatro paredes?
R: Yo creo que sí, sí que hay una recuperación y una necesidad de conocer, de saber. Percibo esa necesidad de buscar referentes. Estudié Historia del Arte y en los cinco años de carrera creo que estudiaría a cuatro o cinco mujeres. Salí de la Universidad con la impresión de que las mujeres no habían pintado absolutamente nada en la historia del arte, cosa que no era cierta, obviamente. Y tuve que aprenderlo más tarde, ya licenciada. Hay necesidad de buscar, de conocer, lo veo mucho en los coloquios posteriores a las proyecciones del documental sobre María Lejárraga. Se generan unos debates maravillosos y se explican iniciativas Por parte de profesores comprometidos que elaboran fichas de trabajo sobre estas mujeres silenciadas para que sus alumnos puedan conocerlas, más allá de los libros de texto que las ignoran. Pero debo decir también que el 95% del público presente en las proyecciones del documental son mujeres. Cosa que por un lado me parece muy bonito y emocionante, pero del otro me da cierta rabia: ¿Qué pasa? ¿Dónde están los hombres? Todo esto, las historias sobre mujeres silenciadas, también les apela a ellos directamente o debería hacerlo.

P: Enlazando el pasado con el presente en cuanto a la situación de la mujer en espacios de creación como es el cine: solo representamos el 19% de la dirección audiovisual en este país. Aunque películas que están siendo auténticos fenómenos internacionalmente como Alcarràs, de Carla Simón, o Cinco Lobitos, de Alauda Ruiz de Azúa, están abriendo brecha. ¿Es un avance real e imparable?
R: A ver, claro que es cierto que vamos avanzando, pero muy poquito a poco. Pero también destaco siempre que, cuidado, este tipo de logros con directoras jóvenes que están arrasando en festivales internacionales y en taquilla, no es que de repente sucedan por casualidad o porque la sociedad se ha vuelto feminista de golpe. Esto viene de muchos años de trabajo, de concienciación, de políticas de acción positiva hacia las mujeres cineastas que hace que algunas productoras se hayan abierto un poco. Un poco ¿eh? Porque, hablando e ayudas, parece que si eres mujer ya lo tienes hecho, y eso es un mito, es mentira. Pero es cierto que han dado un empujón importante, las ayudas siguen siendo imprescindibles. Ninguna de estas películas que has citado y muchas otras existirían sin ayudas. Sin olvidar, y quiero destacarlo también, la labor de productoras maravillosas como María Zamora, que ha apostado por las cineastas. Las empresas productoras son las que generan realmente industria audiovisual, son la base.
P: Tú, junto con Guillermo Rojas, fundas y diriges la productora Summer Films hace ya unos seis años. ¿Cuál es vuestra estrategia a la hora de escoger un proyecto?
R: La verdad es que desde Summer Films, ahora mismo, realizamos prácticamente solo producción propia. Es cierto que al principio produjimos a otros directores y seguimos abiertos a ello, por supuesto. La condición fundamental para meternos en un proyecto es que nos emocione, que tenga que ver con nuestra filosofía: desde una historia que quizás es pequeña se pueden contar las cosas importantes de la vida. Nos importan las emociones, la reflexión sobre el hecho mismo de vivir. Somos una productora un poco rara [risas]. Estamos metidos en esto situando por delante la belleza, porque para nosotros es una necesidad.
P: La belleza es una constante durante toda esta entrevista. También la memoria, el exilio. Creo que tu próximo proyecto va un poco en esta línea…
R: Pues sí, un documental sobre el dramaturgo y novelista Agustín Gómez Arcos. Estamos trabajando en el guion y lo rodaremos el próximo año, en primavera seguramente, y me tiene muy ilusionada. Es un reto para mí porque Gómez Arcos es un autor muy desconocido en España pero inmensamente reconocido en Francia: ¡fue ocho veces finalista del Premio Goncourt, era el autor favorito de Mitterrand, que le mandaba un coche a recoger un ejemplar firmado cada vez que publicaba libro nuevo, y entra en el temario de los colegios franceses! Nació en Almería justo antes de estallar la Guerra Civil, en 1933, en una familia republicana. Sufrieron una posguerra durísima y, en 1968, se exilia a París. Allí lo adoran, aunque el tema central de su obra siempre sea España, la España de la posguerra, los traumas que dejó la guerra y la dictadura española entre la población. Su obra es excepcional, aconsejo de verdad su lectura porque yo no había leído nada igual nunca.
P: Y aquí nada.
R: Bueno, aquí es muy desconocido pero hace poco se empezó a editar por parte de la editorial Cabaret Voltaire. Y se ha convertido en un fenómeno entre la gente joven. Lo devoran, porque es una literatura que yo defino siempre como una hoguera. Es una bomba. No conozco a nadie que lo haya leído y que se quede indiferente.
P: ¿Una primera lectura de Gómez Arcos que aconsejes?
R: Pues mira, yo aconsejaría quizás empezar por El cordero carnívoro. Es un libro un poco incómodo. Su literatura nunca es cómoda, pero es una barbaridad, de verdad.
*Bonus: Los grandes de Imprescindibles emitirán el documental A las mujeres de España. María Lejárraga durante el mes de diciembre. En La2, los domingos a las 21.30h Atentos.
*Bonus2: Os dejamos el tráiler oficial de A las mujeres de España. María Lejárraga, para ir abriendo boca:
*Más #Entrevistas:
Faneka: «Nuestro sonido tiene mucho de espiritual» Juan Marqués: «En literatura, tienes que ser leal a ti mismo hasta el final»